miércoles, 12 de marzo de 2014

El Asesino difuso: algunos motivos que pueden servir para esquivarlo.

 
Por puro instinto vital.
Por el placer de saberse lúcido.
Por curiosidad: por saber qué pasará mañana y cómo será uno mañana.
Por el asombro que provoca ser el mismo, pero distinto, cada día, día a día, año a año.
Por la aventura, que existe, que se puede vivir, y que deriva de “advenir” qué es lo que llega, lo que sucede. Es la atracción del riesgo, del peligro, de la suerte, de la fortuna, del romance, del suceso extraño. Y todo está ahí, aquí y ahora, si uno busca.
Por la aventura de pensar.
Por el placer de imaginar historias, de vivir vidas imaginarias, de seducir y cautiva a los demás haciéndoles vivir otras vidas si uno tiene el talento para contarlas.
Por intentar hacer lo que sea, lo que se quiera, aunque no se consiga, sintiendo el placer del intento.
Por la sensación de poder; el temor y el asombro que se siente al comprobar que uno no tiene más límites que los que se quiera imponer, que sea capaz de la mayor crueldad y de la mayor bondad y que se puede elegir.
Por el amor de una mujer, o por amar a una mujer y a los hijos que uno tenga con ella o con ellas. (O a un hombre, si uno es mujer. O por amar a alguien según la sexualidad de cada uno.)
Por conocer lo indescifrable del amor a los hijos.
Por convivir con el pánico que provoca el saber que el sentimiento es irracional.
Para saber si seremos capaces de sobrevivir cuando nos toque sufrir, y que nos toque poco y que nadie quiera consolarnos con teorías idiotas como que el dolor es necesario para conocer el placer o la alegría.
Por dejarse arrastrar al vacío por la pasión, que es tan irracional como el sentimiento, que se parece y confunde y que tiene el poder de destruir y si a veces no lo consigue es porque es tan intensa como breve. El riesgo vale la pena.
Por las mujeres o por los hombres que uno conocerá y amará.
Por el placer de comer y beber con amigos y amantes.
Por amanecer en los bares, bebiendo y filosofando.
Por elegir libremente los principios que le marcarán a uno la conducta que uno debe seguir.
Por pelear para defender esos principios.
Por contemplar el desconcierto y la ira de los hipócritas cuando descubren que uno pelea en serio y que no está dispuesto a pactar.
Por el placer de ver como aumenta el desconcierto cuando, entre una importante cantidad de dinero y los principios, uno elige sin pestañear los principios.
Porque hay libros que no se han leído, películas que no se han visto y, lo que es lo mismo, gente que aún no se ha conocido.
Porque vivir para descubrir las razones que hay para seguir viviendo es también una muy buena razón.
Porque cada ser humano es único, pero también es gregario: somos personas que formamos parte de un grupo sin distinguirnos de los demás en lo esencial. La soledad, la alegría, la tristeza, la furia; todo lo que nos parece sólo nuestro e intransferible o imposible de comunicar, en algún momento se comparte con los muchos miles o millones que componen la especie humana.
Porque ...

Adolfo Aristarain

Fuente: en su libro y película.
http://www.youtube.com/watch?v=MjvN4NRQGys

Epicureismo:
http://es.wikipedia.org/wiki/Epicure%C3%ADsmo